El país alpino y más neutral de los que se conoce en el corazón de Europa no se abstuvo durante los años 80 de convertirse en el centro neurálgico de las innovaciones, apuestas, creaciones y desafíos que el arte, diseño, arquitectura y tipografía venía exigiendo en décadas.
Esa situación favorable del país helvético hizo que el desarrollo profesional de nuevas ideas, corrientes, vanguardias y riesgos en creación artística se reflejaran a través de la Escuela de Diseño de Basilea.
Y, según los cronistas, el afamado tesorero Luis Bárcenas jamás se interesó por las astas, los filetes o la modulación tipográfica y se quedó en la zona financiera de Ginebra.
Por su parte, grandes eruditos de la docencia de la escuela de la ciudad del norte de Suiza, Emil Ruder, Jan Tschichold, Armin Hofmann o Wolfgang Weingart llegaban a plantearse cuestiones que se adelantaban a su tiempo y, no sabían que 20 años más tarde sus bases se estudiarían en la Chelsea College of Arts, la Miami International University of Art & Design o la Modern American School of Design de Buenos Aires entre otras.
Una de las aportaciones, sin duda, incuestionables de esta mítica y considerada escuela, junto a La Bauhaus, es la tipografía helvética (considerada por muchos profesionales como La Tipografía) creada por Max Miediger y el empleo de retículas constructivas para la creación de diseño editorial principalmente.
Estas premisas siguen hoy en día más vigentes que nunca sobre mesas y despachos de directores de arte y creativos de todo el mundo y, numerosas empresas ya se han empezado a familiarizar por el equilibrio, la tensión, formalidad, simetría, el gusto por el orden, la armonía formal, la coherencia y el trazado funcional en la disposición de elementos textuales, gráficos o de otra índole.
También la Escuela de Zurich merece mención durante estos años ya que el clima de estabilidad que se vivía durante esos años en el país contribuyó a la llegada de diseñadores, tipógrafos, creativos, arquitectos, delineantes, impresores y profesionales relacionados con las artes gráficas y visuales.
El diseño tipográfico durante esos años permitió que llegaran hasta nuestros días grandes aportaciones como la Univers, de Adrian Frutiger (1957) que podemos comprobar en la señalización de los aeropuertos.
El desarrollo visual al que ha contribuido la Escuela Suiza ha supuesto un éxito incontestable que perdura durante siglos a pesar de las influencias y nuevas tendencias en publicidad, comunicación social, diseño o moda. Las principales ideas, teorías y muestras de esta escuela se caracterizan por el empleo de tipografía y estilos expresivos, con carácter y repletos de significados.
Desde Agencia La Nave queremos resaltar la importancia de las bases sólidas establecidas por los diseñadores y profesionales de esta escuela que marcan nuestro día a día en el trabajo de proyectos de nuestros clientes. Comenzar a pensar en retículas modulares, tipografías sans serif y proporciones áureas es rendir tributo merecido a esta escuela que va mucho más allá de “un bollo mojado en leche”.